Al Este del Edén
“Al Este del Edén” de John
Steinbeck es uno de los poquísimos libros que he dejado de leer no porque no me
gustara, sino porque me gustaba demasiado. Hace unos seis años lo empecé a
leer, llegué hasta la mitad, donde se produce una muerte que ríete tú de las de
Martin, y lo dejé porque me sentí incapaz de continuar adelante sin aquel
personaje.
El lunes lo volví a
encontrar, o él me encontró a mí, que los libros son muy caprichosos, y decidí
que lo leería desde el principio todo lo rápido que pudiera, tomando carrerilla para saltarme
aquel escollo que me impedía continuar y acabarme de una vez el libro. Esta
mañana me lo he acabado y me he quedado sin resuello a la par que fascinado.
Es un libro muy peligroso
para un escritor. Entre más escribes, más capaz eres de percibir la tramoya
sobre los que otros han trazado sus historias. Eso no te hace disfrutar menos
los libros, al menos no me lo hace a mí (ciertos comentarios de otros
escritores ilustres parecen afirmar que a ellos les ocurre lo contrario); pero
la cuestión es que comprendes que tras la historia que estás leyendo se halla la
mano de un creador humano. Leyendo “Al Este del Edén”, en cambio, te cuesta
creer que Steinbeck sea meramente humano…
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