Presentación en sociedad
Aquí estamos,
pues. Me gustaría empezar con una pequeña aclaración acerca del título de este
blog. En verdad, empezaré con dos: una falsa, que se desarrolla en los dos
párrafos siguientes, y otra auténtica que se revela en el tercero. ¿O tal vez
sea exactamente al revés? En fin, mejor no hacer cábalas, eso sí, sugiero a los
lectores impacientes, que vayan directamente al tercer párrafo, y no se
entretengan en fruslerías; mientras los lectores pacientes disfrutan o sufren
de los dos párrafos siguientes.
Como podrá
descubrir el avezado lector, el título de este blog es un eco del poema de
Borges Sueña Alonso Quijano, que es a su vez un eco y un
laberinto, y del libro de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con
ovejas electrónicas? Podría
pasarme mil páginas hablando de las bondades del título: de que evoca lo que
intento unir en mi literatura: el gusto de los clásicos y la imaginación
salvaje de los autores modernos, aunque la imaginación de los clásicos ya es
suficientemente salvaje, y autores modernos como Dick son ya clásicos. También
podría hablar de cómo, al convertir en pregunta lo que en el poema de Borges es
una afirmación, el sentido de la idea cambia por completo, y el significado
explosiona en sugerencias insospechadas: ¿Es acaso Alonso Quijano un
androide?; ¿Es Cervantes un ordenador cósmico que lo recrea en su literatura,
como si se tratara de un programa informático en su realidad virtual de
inteligencias artificiales?; o bien, ¿son en verdad los androides como
personajes de un cuento: seres fantásticos de cuyo nombre no queremos
acordarnos, el último resto humano en un mundo cada vez más inhumano? …
Continuando con las
bondades del título, también podría mencionar el sutil juego de palabras que se
establece entre líneas, con referencias implícitas que se van abriendo a medida
que cada cual penetra un poco en su sentido: Borges refiere a Alonso Quijano,
quien sueña con el Quijote, quien a su vez sueña con Cervantes, que se
transforma en electrónico para ser una reverberación de la clásica alegoría del
azar, en la que la posibilidad de que algo ocurra, se mide en referencia a la
probabilidad de que un millón de monos acaben por escribir El ingenioso
hidalgo Don Quijote de la Mancha, a base de teclear al tuntún durante
eones.
Sin embargo,
quizá todo lo anterior sea falso, como ya he advertido al principio, y la
verdad sea simplemente que ¿Sueña Alonso Quijano con Cervantes electrónicos?
me ha parecido un título bastante más sonoro y evocador, que el de El blog
de Raúl Alejandro López Nevado.
Por cierto, ahí va el poema de Borges como referencia:
Sueña Alonso Quijano
El hombre se despierta
de un incierto
sueño de alfanjes
y de campo llano
y se toca la
barba con la mano
y se pregunta si
está vivo o muerto.
¿no lo
perseguirán los hechiceros
que han jurado su
mal bajo la luna?
Nada. Apenas el
frío. Apenas una
dolencia de sus
años postrimeros.
El hidalgo fue un
sueño de Cervantes
y don Quijote un
sueño del hidalgo.
El doble sueño
los confunde y algo
está pasando que
pasó mucho antes.
Quijano duerme y
sueña. Una batalla:
los mares de
Lepanto y la metralla.
Jorge Luis
Borges, en El oro de los tigres.
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